Pronunciamiento del Partido Popular Socialista de México
La realidad de nuestros días ha despejado toda duda: el neoliberalismo, que ha asolado por largas décadas a nuestro país y a casi todo el mundo, de manera contundente ha dejado a la vista de todos su carácter rapaz que, en el caso de los países dependientes, despoja al Estado de su atributo fundamental, la soberanía, supeditándolo aún más a las poderosas fuerzas económicas internas u oligárquicas y sobre todo externas o imperialistas, que, apoyadas por sus propios Estados, saquean con mayor voracidad las riquezas nacionales: recursos naturales, sobreexplotan su fuerza de trabajo, privatizan su economía e impiden su desarrollo independiente, por lo que acaban concentrando en unas cuantas manos la riqueza del país, a costa de hundirlo en la pobreza, es decir, en el desempleo; la desnutrición; la carencia de salud, educación, vestido, vivienda, servicios públicos, seguridad pública y seguridad social; desde luego, destruyendo todo régimen democrático y de respeto a los derechos humanos. Por eso hemos afirmado que el neoliberalismo es el rostro actual del imperialismo.
El neoliberalismo se implanta en los países dependientes, por medio de gobiernos sumisos y entreguistas, conformados por partidos políticos e individuos corruptos y traidores a la Patria, prácticamente criminales. Estos gobiernos, partidos e individuos, representan política e ideológicamente al imperialismo y su rostro actual, el neoliberalismo, y constituyen, hoy en día, la derecha en México, como en todos los países dependientes; puesto que los términos derecha e izquierda son relativos y no intemporales. Por lo mismo, las fuerzas antineoliberales constituyen la izquierda.
Por eso hemos afirmado que la derecha en México sufrió una derrota estrepitosa después de cuarenta años de lucha constante e incontables sufrimientos del pueblo; la hazaña determinante de este largo combate fue llevar a la presidencia -por la vía electoral o pacífica- al tres veces candidato a la misma, habiendo sobrevivido a dos fraudes electorales y en cuyo trayecto experimentó un proceso de maduración y definición ideológica clara y abiertamente antineoliberal, el Lic. Andrés Manuel López Obrador.
A un año y medio de su gobierno, el presidente se reafirma enfáticamente contra el neoliberalismo y particularmente contra una de sus malignidades inherentes, la corrupción. En la práctica está cumpliendo de manera tenaz el proyecto económico, social y político de gobierno al que se comprometió como candidato a la presidencia del país, comenzando por una escrupulosa austeridad y transparencia en la administración pública, de la cual él da el primer ejemplo.
Todo este quehacer del presidente le ha merecido, desde el primer momento una imparable y cada vez más descabellada guerra sucia de la derecha, principalmente a través de los medios de comunicación masiva, impresos y electrónicos, incluidos algunos medios extranjeros y sobre todo de Estados Unidos; también a través de sus representantes en los organismos empresariales, en el Congreso de la Unión y en gubernaturas del país. Esta es la mejor prueba de que el presidente López Obrador es congruente con su pensamiento y consecuente con el pueblo.
En tiempos de la pandemia es tal la furia de esta derecha y sus adláteres ultraizquierdistas, que cínica e incapaz para el debate, no sólo carece de una elemental decencia, si no para solidarizarse, al menos sí para acallar su estridencia política o hacer una suerte de tregua ante el dolor colectivo, pero ha hecho todo lo contrario, está aprovechándose de la pandemia para crear y difundir la mayor cantidad de paparruchas o noticias falsas, promoviendo una deleznable y golpista infodemia.
Es de destacarse un hecho muy importante; que el gobierno de la República, ante la feroz embestida que desató la derecha en su contra, haya respondido con gallardía, elevando el nivel de su lucha contra el neoliberalismo, con lo que se abren buenas posibilidades de que durante su sexenio se registren mayores avances hacia la liberación de México respecto del imperialismo, que los que podían observarse hasta antes del inicio de la pandemia, con sus secuelas económicas y la exacerbación de las desmesuradas ambiciones de los grandes capitalistas.
Por ejemplo, su denuncia del desastre de país que dejaron los neoliberales en el sistema de salud pública, es vigoroso: “La administración que inició el 1 de diciembre de 2018 encontró un sistema de salud pública insuficiente, desintegrado, ineficiente, depauperado y corroído por la corrupción. Millones de personas no tienen acceso a ninguna de las instituciones o modalidades de ese sistema”…“Como en otros terrenos, el desastre del sistema de salud pública es resultado de los afanes privatizadores y de los lineamientos emitidos por organismos internacionales copados por la ideología neoliberal”…“Esta lamentable situación nos ha comprometido a efectuar las acciones necesarias para garantizar que hacia 2024 todas y todos los habitantes de México puedan recibir atención médica y hospitalaria gratuita, incluidos el suministro de medicamentos de curación, así como los exámenes clínicos”.
Y, dentro del ascenso de nuestro primer gobierno no neoliberal, también destaca el que haya decidido tomar mayor participación en el terreno internacional, lo que se manifiesta en dos aspectos:
Primero: presentó ante la ONU una iniciativa para evitar el lucro, el acaparamiento y la especulación de los insumos o materiales médicos y, eventualmente, de los medicamentos y las vacunas para tratar la pandemia COVD-19, asegurando su acceso para todos los pueblos del mundo. Iniciativa que fue muy exitosamente aprobada, y
Segundo: la semana pasada, el presidente López Obrador expresó su posición de condena al neoliberalismo global, mediante un documento público titulado “Algunas lecciones de la pandemia COVID-19″.
En éste, señala a dicho modelo como mercantilista e individualista, que privatiza la economía y profundiza la desigualdad social; que es depredador de la naturaleza y de la cultura. Literalmente plantea: “No es jugar limpio utilizar el Estado para defender intereses particulares y procurar desvanecerlo cuando se trata del beneficio de las mayorías. No es lícito ni ético defender la facultad del Estado para rescatar empresas e instituciones financieras y considerarlo una carga cuando se trata de promover el bienestar de los más desfavorecidos. Basta de hipocresía”.
Expresa que la pandemia ha demostrado “la poca solidaridad que existe en el mundo para adquirir equipos y medicamentos para la salud. La especulación y el lucro en este aspecto ha llegado a niveles vergonzosos” … “la pandemia sólo ha puesto en evidencia el fracaso del modelo neoliberal en el mundo”. Considera que la pandemia COVI-19 deja algunas lecciones, entre las que nosotros destacamos, de manera sintetizada, las siguientes:
Es indispensable fortalecer los servicios públicos de salud.
Es impostergable atender el grave problema de las enfermedades crónicas.
Es indispensable un mundo más solidario para hacer valer la fraternidad universal.
La ONU y la OMS deben convocar de inmediato a los gobiernos y científicos del mundo para la creación de vacunas en contra del coronavirus y otros males.
Desechar el modelo que genera riquezas sin bienestar y procurar una mayor intervención del Estado en el cumplimiento de su responsabilidad social.
Los pueblos del mundo, en su larga lucha contra sus enemigos mortales, el fascismo y el imperialismo, han ido creando instrumentos que les permitan unir sus esfuerzos, bajo la cobertura del derecho internacional. Tal es el caso de la propia Organización de las Naciones Unidas, (ONU) y, en América Latina, destacadamente la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-2004) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC, 2010) El imperialismo, cuyo rostro actual es el neoliberalismo, es otro enemigo mortal de la humanidad. Un enemigo que requiere de todos los instrumentos de unidad regional y global de los pueblos, para combatirlo con éxito, destruirlo y librarse de más atrocidades, salvaguardando su derecho a la autodeterminación, es decir, el derecho de los pueblos a decidir su destino y a construir su propio camino.
Puesto que la pandemia –y, sobre todo su secuela económica—serán un factor que acelerará todas las contradicciones del capitalismo, como lo ha analizado el Partido Popular Socialista de México, y, sin duda, incrementará su ya previamente existente estado de postración, éste es el momento histórico en que los pueblos del mundo y de América Latina pueden y deben dinamizar todos los mecanismos que les permitan unir fuerzas, como los citados en el párrafo anterior. Por eso es saludable y alentador que el presidente López Obrador apele a la ONU y la OMS en los términos que lo ha hecho, y es deseable que asimismo dinamice la participación de México en la CELAC, que todavía puede dar mucho de sí, y se incorpore al ALBA. Todo ello en el camino de la defensa de la coexistencia pacífica, la autodeterminación de los pueblos y la no intervención y la diversificación de nuestras relaciones económicas internacionales.
DIRECCIÓN POLÍTICA NACIONAL DEL COMITÉ CENTRAL